Sencilla, sin apenas color. Sólo un trocito de una cara, un poco de su pelo y un pendiente colgando de una oreja que ni siquiera se ve.
En el pendiente un toque de color, el resto en blanco y negro.
Composición sencilla, preparación inexistente.
Nos complicamos mucho la vida tratando de tomar la “foto prometida”, y olvidamos que a veces la sencillez es una virtud.